jueves, 6 de noviembre de 2008

Artes Escénicas en el Período Republicano

Mucho antes de que la tradición hispánica teatral llegara a Venezuela con el proceso de conquista y colonización, ya los indígenas que poblaban lo que actualmente corresponde a nuestro territorio desarrollaron algunas manifestaciones proto-teatrales o teatrales rudimentarias, tales como pantomimas y la representación simbólica de los fenómenos naturales. Para los mukus y jiraharas estas representaciones funcionaban como medios de cohesión espiritual y recurso educativo, para lo cual construyeron estructuras físicas especialmente diseñadas para su celebración: suerte de tinglados donde sólo hombres lograban encarnar una historia, dialogando, narrando, cantando y gesticulando. Un ejemplo de estas celebraciones, lo tenemos en La Fiesta de la Tura, fiesta ritual de los arahuacos, ayamanes y gayones de la región limítrofe de los actuales estados Lara y Falcón, la cual consistía en pantomimas relativas a los períodos de la siembra y la cosecha.

El teatro hispánico poco a poco fue introduciéndose en la venezolana colonial. En tal sentido, del 28 de junio de 1600 es la primera licencia conocida que permite la representación en Caracas de una comedia el día de Santiago Apóstol, actividad que paulatinamente se irá extendiendo hasta finales del siglo XVII y tomará mayor impulso en el siglo XVIII. En relación a los libros importados que llegaron desde la Península, figuraban algunas obras teatrales, generalmente del Barroco, de autores españoles o hispanoamericanos tales como Pedro Calderón de la Barca, Juan Pérez de Montalbán, Agustín Moreto, Juan Ruiz de Alarcón, Agustín Salazar y Torres, y Juana Inés de la Cruz. En cuanto a los lugares donde se celebraban las representaciones artísticas, tenemos que durante todo el siglo XVII y hasta que se construyó el Coliseo de Caracas a fines del siglo XVIII, la actividad teatral estuvo en manos de aficionados entusiastas, que se valían de las festividades religiosas, de la coronación de un monarca, de un matrimonio real, la creación de un virreinato; lo cual buscaba romper con la monotonía característica de la sociedad colonial. Aunque las plazas mayores eran los lugares escogidos al principio para la celebración de los actos teatrales, a mediados del siglo XVIII, se abrieron patios o corrales de comedias. Asimismo, en algunas mansiones particulares de la élite social y cultural se escenificaban piezas representadas por familiares y amigos para un auditorio selecto. A pesar de que las actividades abiertas no eliminaban las diferencias étnicas y sociales entre la población, las mismas funcionaban medios de homogeneización cultural y de transmisión de los valores de la sociedad hispánica y luego criolla, sobretodo si consideramos que para entender y apreciar un obra teatral no era indispensable saber leer.

A fines de 1766, o principios de 1767, se representan en Caracas las 2 primeras piezas que pueden atribuirse a un autor venezolano: el Auto Sacramental de Nuestra Señora del Rosario y la Loa. En ambas obras se podían apreciar la mezcla de elementos clásicos, hispanos, americanos, locales, sagrados y profanos, así como de personajes mitológicos y simbólicos que dialogan entre sí. Aunque se desconoce el nombre del autor de esta pequeña pieza, la misma responde al momento cuando a mediados del siglo XVIII llegaron a Venezuela, principalmente Caracas, La Guaira y Maracaibo, los primeros cuerpos regulares del ejército español, quienes contribuyeron a una mayor promoción de la afición por el teatro. No obstante, las representaciones teatrales fueron motivo frecuente de disputa entre el sector militar o civil y las autoridades eclesiásticas. En un dictamen de Carlos III, recibido en Caracas en 1777, se establecía que residía en la autoridad seglar la decisión sobre la representación o no de determinadas obras dramáticas. En 1784 se inaugura el primer Coliseo de que dispone la ciudad de Caracas, construido por orden del brigadier Manuel González Torres de Navarra, gobernador y capitán general. Este primer Coliseo estuvo ubicado entre las esquinas del Conde y Carmelitas y tenía una capacidad para 1.500 espectadores. En sus instalaciones actuó la primera actriz venezolana de que se tiene conocimiento: Ana María Pinelo, nativa de La Guaira. Posteriormente, a raíz de la Conspiración de Gual y España (1797) las autoridades españolas, comenzaron a seguir de cerca todas las representaciones dramáticas, con el objeto de evitar cualquier brote revolucionario.
El Coliseo de Caracas fue destruido por el terremoto de marzo de 1812, quedando suspendidas totalmente las actividades teatrales durante la Guerra de Independencia. Las representaciones dramáticas fueron en cierta medida sustituidas por actos cívicos y las entradas triunfales en las ciudades, así como por la realización de cuadros vivos con figuras simbólicas. Uno de estos últimos se hizo en Barrancas, a orillas del Orinoco, el 25 de diciembre de 1820, en conmemoración del primer aniversario de la creación de la Gran Colombia. Después de la batalla de Carabobo (24.06.1821) y la consiguiente liberación de la capital, el empresario Ambrosio Cardozo mandó a edificar en 1822 un segundo teatro en terrenos de su propiedad ubicados entre las esquinas del Chorro y Las Sanabrias (hoy llamada Coliseo), el cual se convirtió inmediatamente en el principal centro de diversiones de la capital. Entre las primeras obras que se presentaron en este escenario se encuentra el sainete criollo El café en Venezuela de Isaac Álvarez Deleón. Años más tarde, a partir de 1835 y hasta finales del siglo XIX florecieron más de 40 pequeños teatros ocasionales y permanentes en Caracas, a la vez que se registró la llegada de compañías europeas atraídas por la afición teatral de los caraqueños. Uno de estos grupos actorales fue el del catalán José Robreño, quien en 1837 ofreció al público piezas ajenas como La misantropía y Ángelo, tirano de Padua. Según un anécdota de la época, en una pequeña obra humorística suya titulada Excelentísimo señor, se satirizaba con la figura del entonces vicepresidente encargado de la presidencia de la República, Carlos Soublette. Enterado éste del asunto, mandó a llamar a Robreño y le hizo leer el libreto frente a él. Luego de escuchar todo el texto Soublette se dirigió a Robreño y le señaló: "Efectivamente, veo que usted se burla un poco de mí, pero no está mal; yo esperaba algo peor. Venezuela no se ha perdido, ni se perderá nunca, porque un ciudadano se burle del presidente. Venezuela se perderá cuando el presidente se burle de los ciudadanos..." Después de esto, Robreño prosiguió sus representaciones, pero se abstuvo de volver a escenificar Excelentísimo señor.

El 23 de octubre de 1854 se inaugura en la capital de la República, el teatro Caracas, lo cual constituyó en un gran acontecimiento para la época. Para esta ocasión fue presentada la opera Ernani, de Giuseppi Verdi. En las décadas siguientes lo visitaron numerosas compañías, entre ellas la de la actriz Adela Robreño, llamada "la perla del teatro de las Antillas", en tiempos del mariscal Juan Crisóstomo Falcón, a mediados de 1860. También en el teatro Caracas fue estrenada en 1873 la primera ópera nacional llevada a escena, Virginia. Durante este tiempo la crítica teatral se difundió extensamente en periódicos como el Diario de Avisos y Semanario de las Provincias y El Porvenir, ambos de Caracas. En términos generales, la misma consistía en una amplia gama de conceptos, desde los comentarios más o menos bien documentados hasta aspectos referidos a la crónica social o a detalles del vestuario. Entre 1870 y 1888, período en el que dominó el escenario político Antonio Guzmán Blanco, se llevaron a cabo numerosas representaciones teatrales: comedias, zarzuelas, operas, sainetes. Asimismo, la inauguración en este lapso del teatro Guzmán Blanco (o Municipal), en enero de 1881, con El Trovador, de Verdi, le da un nuevo impulso a la afición a las representaciones dramáticas. Además de Caracas, en la segunda mitad del sigo XIX se construyeron edificaciones en otras ciudades. En Maracaibo, el teatro abre sus puertas en 1883; el de Puerto Cabello se inaugura en 1886 y el de Valencia lo tendrá en 1894. En el teatro Guzmán Blanco (Municipal) de Caracas, invitada especialmente por el presidente Joaquín Crespo, dará varios conciertos en 1885 y 1886 la pianista venezolana Teresa Carreño.

A fines del siglo XIX, pese a las dificultades económicas y políticas experimentadas por Venezuela, se siguieron presentando obras teatrales de autores nacionales o activos en nuestro país tales como Casto Ramón López, Vicente Micolao Sierra, Felipe Esteves, Octavio Hernández, Eduardo Gallegos Celis. Entre todos estos destaca José María Manrique que da a temas como Un problema social (1880) y El divorcio (1885). En 1896, coincidiendo con la celebración del I Congreso Obrero realizado en Venezuela, se presenta en Caracas el drama de intención social Juan José, de Joaquín Dicenta, obra estrenada en Madrid el año anterior, que tenía por protagonista un obrero. En definitiva, el sainete característico del teatro criollo del siglo XIX continuará en el siglo XX, pero influenciado por otras tendencias artísticas.

1 comentario:

ANDREINA PLAZA dijo...

no deben colocar informacion que no es pertinente al periodo estudiado, no por mas informacion tienen mas nota, todo lo contrario. deben ser concretos pero completo. 1 pto